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lunes, 5 de noviembre de 2007

Trabajo y ciudadanía: la vinculación keynesiana.

Trabajo y ciudadanía: la vinculación keynesiana.

Durante la época Keynesiana, la ciudadanía tendía a ser considerada como un valor de inclusión e integración social, una forma de construcción jurídica y administrativa que pasaba a un segundo plano las diferencias en la creación de un proyecto común nacional de soberanía y de bienestar.

La ciudadanía como valor de identidad nacional, y como proceso en que se reflejan los individuos de una sociedad, tendría a servir de elemento de codificación ordenada de las diferencias. Esta se ampliaba hasta ser garantía de titularidades y de derechos económicos y sociales por la recepción de un conjunto estandarizado de bienes y servicios públicos que normalizaba la ciudadanía nacional en sus aspectos directamente materiales.

Planteada como remedio contra las desigualdades extremas y como legitimación definitiva de la desigualdad y funcionalidad de las clases sociales industriales enlazadas y pacificadas por un orden productivo. Aquí una sociedad articulada en la ciudadanía de un modo de integración fuerte y ordenado de la reproducción de las fuerza de trabajo. La ciudadanía se construía y mantenía sobre un relativo consenso. El trabajo se constituía en el elemento central de la ciudadanía social, esto servia como regulador de lo derechos y deberes de los individuos dentro de la sociedad de bienestar. El keynesianismo se consagraba como la filosofía social de la intervención del estado en la economía y de equilibrio parcial. Se tendió a ensanchar con ellos los limites de la ciudadanía, hasta conseguir que esto se convirtiese en una comunidad social asentada sobre los valores de lo publico. El trabajo en la época fordista/keynesiano tendía a ser el centro de una sociedad que articulaba en la ciudadanía un modo de integración centrípeto y ordenado de la reproducción de la fuerza de trabajo.

La ciudadanía "...se convertía en un normalizador socio-económico que generaba una cultura de trabajo y un modo de vida laboral que articulaba el estatuto de nacionalidad a la recepción de bienes y de servicios públicos".

El universo laboral basado en la cultura del trabajo estable, en la filosofía del pleno empleo y en la centralidad de la relación salarial, se expresaba políticamente en la realización de una identidad básica y duradera entre ciudadanía nacional y trabajador normalizado, el trabajo se considera, pues un centro social.

La ciudadanía se convertía así en el elemento de identidad fundamental dentro de un juego de regulación que determina normas, y valores sociales a los valores de acumulación económica. El modo de acumulación fordista/keynesiano se componía de una faceta privada, articulada en la producción en masas y las normas de producción en cadena, así como también estilos de consumo de masas que tendían a separar a la clase obrera del miserabilismo y el pauperismo; y de una faceta ligada a una regulación normativa de los procesos de uso de la fuerza de trabajo.

Durante el pacto keynesiano el problema central es la reproducción integrada y ordenada del trabajo. Todas las subculturas eran unificadas por la gran cuestión de la ciudadanía laboral y de la normalización pública, capaz de seguir extendiendo los derechos sociales y las políticas de bienestar a sujetos no directamente laborales o relacionados por otras formas con el mundo laboral. El trabajo se constituía en el elemento central de la ciudadanía social, servia de regulador de derechos y deberes de los individuos dentro de la sociedad de bienestar, en si se articulaba el estatuto de nacionalidad a la recepción de bienes y de servicios públicos.

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