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lunes, 5 de noviembre de 2007

Crisis del trabajo, crisis de la ciudadanía

Crisis del trabajo, crisis de la ciudadanía

El proceso de unificación , integración y articulación de las diferencias de clases, constituidas en una ciudadanía conjunta basada esencialmente en el pacto keynesiano, los valores legitimadores, como el bienestar, la seguridad, además de elementos de integración ideológica, fuero la salida económica de la crisis mundial de los años treinta y cuarenta. Pero esta situación se ha transformado, la articulación ciudadana se ha venido destruyendo y fragmentando la reproducción de la fuerza de trabajo. El trabajo queda en una situación de desorden institucional y de desarticulación. El proceso que se vive es un pasaje paradójico de des-socialización del trabajo estabilizado, normativizado y la re-estructuración de este, en modos de vida totalmente diferenciados.

El modo de vida laboral fordista es sustituido por una multiplicidad de identidades supralaborales, semilaborales y pseudolaborales. Identidades aisladas y yuxtapuestas producto de la autonomización de las lógicas sociales y de los modos de vida de cada uno de los segmentos en los que se ha venido dividiendo el modo de vida laboral.

La ciudadanía como eje básico de articulación en la vida de los individuos viene reconstruyéndose y fragmentándose por lo que se va reduciendo a una formula cada vez mas compleja en la que se quiebran los presupuestos universales y se empiezan a crear combinaciones particulares de derecho (cada vez mas personalizados, diferenciados y localizados).

En el modo post-fordista se generaban lógicas de actuación e imaginarias sociales cada vez mas particulares y especifico para los distintos grupos sociolaborales. Incluye lógicas de reproducción y de mantenimiento separadas y que llegan a enfrentar segmentos uno contra otros; esto se da por medio de sucesivos elementos de desarticulación de la normalidad laboral y del consumo homogeneizador de masas creando modos de vida y estilo de vida particulares (consumo personalizados, ampliación de las gamas, segmentación de mercado, consumos distintivos y concretos adaptados a los nuevos grupos sociales emergentes, etc).

Todo esto da un multiplicación de sujetos frágiles y de franjas débiles en la institucionalidad social del mercado de trabajo, y la tendencia de este a tener un comportamiento no integrativo como disgregador.

Los cambios en las pautas de estructura de la clase media se pueden ver en que bajo el keynesianismo distribuían una cultura de compromiso, a favor de sus demandas de consumo público; esto cambio en la década del ochenta cuando se instalaron en la cultura de la satisfacción, simplemente regresiva y defensiva.

Por otra parte los movimientos sociales presentan su base ideológica de estos nuevos movimientos, los cuales se van disolviendo parcialmente y se agrupan en torno a incentivos materiales y simbólicos de diferenciación y distinción externa, mientras crecen rápidamente infraclases nacionales o inmigrantes. El marco actual de relaciones laborales es determinado por la incertidumbre como la inseguridad, los contratos eventuales y la degradación de las condiciones generales de contratación como hechos generalizados. "La ruptura del pacto keynesiano se da cuando el capital, como bloque social y debido a las condiciones de reestructuración productiva, no esta dispuesta a afrontar ninguna de las restricciones que le impone el estado social a la acumulación".

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